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Cuando la silla de ruedas sí ocupa lugar

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La inteligencia también. Por eso las sillas de ruedas molestan. Aunque algo menos que sus ocupantes, que son sacados a porrazos y empujones de las escalerillas de los aviones donde minutos antes les fueron asignados sus asientos. Ha ocurrido en China, concretamente en Chengdu, provincia de Sichuan, en un vuelo de la local Chengdu Airlines que debía llevar a una señorita minusválida a Pekín. Pero no se equivoquen: este tipo de desprecio no se realiza en compañías aéreas casi desconocidas, sino que en las 22 que dibujan el cielo de este país acontece semejante humillación al ser humano. Que justamente, el jodido, es el más necesitado. Air China, China Eastern y China Southern, las tres principales líneas aéreas, que además son internacionales, tampoco suelen aceptar a lisiados o personas con cargas extras. Qué lejos quedan los Juegos Olímpicos y la Expo donde la propaganda del Partido Comunista se empeñó en aparentar ser una sociedad armónica, intelectual y solidaria. Accesos para minusválidos, levantados de aquella manera, y escaleras donde se podían acoplar sillas de ruedas, fueron creados sólo en las zonas donde el extranjero ponía sus pies. O sea, sus ojos.

De un tiempo a esta parte he detectado que algunos lectores dictaminan que yo soy un anti-chino, un racista de tomo y lomo, y un exaltador que exagera y manipula lo que por estas tierras acontece. Debo aclarar que aunque mi pluma sea afilada, y aunque a veces el verbo parezca una bala recién salida de su pistola, no hago más que narrar lo que muchos no se atreven a contar, o que simplemente lo decoran y arreglan para que quede lo más cercano a lo políticamente correcto, el nuevo cáncer de lo informativo. ¿Qué diría un ciudadano español si su vecino introdujera melamina en la leche de bebés con el fin de hacerse rico? ¿O de que su verdulero pintara sus setas para darles más brillo y color? ¿O si el pescadero de la esquina alimentara a sus cangrejos con las heces del resto de sus crustáceos? Y sobre todo, ¿qué diría si viera en la televisión una imagen en donde treinta españoles pasan por delante, sin hacer nada, de una niña de dos años que se desangra sobre la acera?

China, la que yo vivo y sufro a diario desde hace ya cuatro años y medio, muestra esa cara que yo cuento, infinitamente más veces que la cultural y milenaria que se inventan algunos. Salvo el brutal crecimiento económico y de infraestructuras, China da para mucho más que para hacer crónicas buenistas. Aclaro, que no opino, que en China un minusválido es una carga a la que suelen postrar en sus casas con el fin de no sentirse avergonzados. El país no tiene sistema alguno para irlos adaptando a la sociedad y la misma población te señala como poseedor de “mala suerte” si te ve tirando de alguna silla de ruedas o parecido. En China, vuelvo a afirmar, la humanidad anda lejos de lo que yo creo que deberíamos ser. Porque que te echen de un avión por ir en silla de ruedas es una actitud que desconozco dónde más acontece.

La afectada, Zhu Lanying, de 26 años de edad, fue advertida por los empleados de la aerolínea, justo al pie de la escalerilla, para que depusiera sus intenciones de subir al avión. Que la citada compañía, según dijo, no admitía a viajeros minusválidos. Luego fue empujada violentamente, cayendo al suelo desde su silla de ruedas, sufriendo contusiones y moratones en sus brazos. Aunque el daño, infinitamente mayor, fue el verse imposibilitada de vivir como los demás. De poder coger un avión hacia donde le diera la gana.

No ejerzo una campaña contra este país. Sólo informo con pelos y señales de lo que aquí ocurre con la sana intención de que estos asuntos generen tal ola de indignación que algún día sean corregidos. Criticar el defecto no es ser malicioso. Que malicioso es ocultar el cáncer.


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